Manifestaciones del monje budista Matthieu Ricard. Ser más considerados con los demás.

Nadie se despierta por la mañana pensando: “Voy a sufrir todo el día y, si es posible, toda la vida”. 

Seamos plenamente conscientes o no, todos intentamos evitar el sufrimiento y buscamos la realización, la satisfacción, una vida plena. Pero yo creo, después de muchos años escuchando a hombres y mujeres sabias, a mis 74 años, después de cincuenta años en los Himalayas, y habiéndome relacionado con científicos y demás, que de entre todas las cualidades humanas fundamentales que en conjunto contribuyen a la felicidad, estoy absolutamente convencido de que la más importante es tener una mente bondadosa. Es decir, desear el bien a los demás en la medida de nuestras posibilidades, aliviar su sufrimiento y hacer felices a los demás. 

Puede parecer una idea un tanto “buenista“, pero llega más allá. Hasta el problema global. 

Si pensamos en los principales retos del siglo XXI, éste podemos verlo casi a diario: el diálogo esquizofrénico entre científicos y políticos o inversores, por ejemplo. Los científicos medioambientales, saben qué hacer pero nadie les escucha, así que acaban deprimidos. 

El principal de los retos es reconciliar las aspiraciones y las necesidades en una escala de tres tiempos: 

● El corto plazo: ¿cómo voy a dar de comer a mis hijos mañana? O, si soy un inversor, los beneficios mensuales o anuales, eso es lo que me preocupa. 

● Luego está el medio plazo: una generación, una vida entera, una carrera, una familia. Ahí, la aspiración natural es prosperar en la vida. Si una nación es la más poderosa y la más rica, pero es infeliz, o lo mismo para un individuo, ¿de qué sirve? No sirve para nada. 

● Hay un tercer reto, el largo plazo, que es nuevo para la humanidad porque hace 10.000 años éramos cinco millones de personas en la Tierra, no había mayor problema, ya que la resiliencia de la Tierra reparaba casi todo el daño que causábamos.

Ahora, somos siete mil millones, nuestro poder se ha multiplicado por un millón y ahora somos el mayor actor de cambio del planeta y del destino de las generaciones futuras. Tenemos una gran responsabilidad. Está en nuestras manos. 

Si queremos, podemos trabajar juntos, sentarnos todos a una mesa: la gente que se encarga de la vida cotidiana, los legisladores que se encargan del medio plazo y los científicos que se ocupan del largo plazo. Necesitamos un concepto en común para trabajar juntos y construir un futuro mejor, y con egoísmo, no se logrará. 

Lo que me parece muy sorprendente es la tendencia Groucho Marx. Groucho Marx dijo: “¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras?¿Qué han hecho ellas por mí?”. Pero es que escuché a un multimillonario estadounidense decir lo mismo pero en serio. Dijo: “¿Por qué voy a preocuparme por algo que pasará dentro de cien años, como el crecimiento de los océanos?”. Es el máximo egoísmo. 

Lo único que funcionará es ser más considerados con los demás. Si hacemos eso: 

♦ A corto plazo, crearemos una economía solidaria, una economía al servicio de la sociedad, y no la sociedad al servicio de la economía. 

♦ En el medio plazo, hay que buscar aumentar la felicidad nacional, el bienestar. No lo digo en broma. Poner el bienestar de los ciudadanos como prioridad. Es algo muy evidente a lo que debemos aspirar. 

♦ Y finalmente, si somos considerados con los demás, a largo plazo, cuidaremos de las generaciones futuras. Si no, seríamos unos traidores, como dijo Greta Thunberg en la cumbre de la ONU. Entonces, en ese sentido, el altruismo, la benevolencia no es una mera idea utópica, casi irreal, es el único concepto y el más pragmático para construir un mundo mejor. 

Así que mi consejo principal para la gente joven es que el altruismo es poderoso. Tenemos que atrevernos a ser altruistas, enseñar a serlo, fomentar el altruismo… Tiene que ser la revolución pacífica del altruismo. Eso también incluye la cooperación, en detrimento de la competencia temeraria, y todo lo que haga que la vida sea mejor. 

Y la buena noticia es que las investigaciones científicas sobre el cerebro y en psicología social muestran que cuando uno se siente altruista, generoso, benévolo, amable, se encuentra en el estado mental que más activa la zona del cerebro asociada con el bienestar. Por tanto, es un doble logro: El bien de otros y el tuyo propio. Así que, ¡practícalo! 

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